18 septiembre, 2006

Harpo Marx

Es el segundo Marx del que hablo en este mes. Y todavía no he hablado de Karl.

Por si hay algún incauto que todavía lo duda, Harpo hablaba con la misma facilidad que tú y que yo. Su vida privada era la más sanota de todos los Hermanos Marx y, posiblemente, la más interesante, siendo una de las personas que se sentaban en las famosas reuniones del Algonquin.

Entre hijos naturales y adoptados, dejó una gran, gran familia. Y hasta Groucho envidiaba la tranquilidad familiar que se desprendía en el hogar de Harpo. En los últimos años de su vida, sólo salió en algún programa de televisión o de radio para ayudar a Chico (alias Chicolini) a pagar sus deudas de juego.

La historia dice que en una de esas actuaciones teatrales que hacían alredededor de Estados Unidos, mucho antes de comenzar la carrera cinematográfica, en un número musical que debió salir realmente mal, se decidió por unanimidad que Harpo sería mudo. Su forma de cantar era espantosa y en aquella época alternaban la música con el humor.

Aquello hizo que con el tiempo naciera uno de los personajes más simpáticos y característicos de los Hermanos Marx. Pero hablar, hablaba y, como no, en Youtube hay un vídeo de él diciendo: Oink, oink.

No hay comentarios:

Publicar un comentario