15 enero, 2008

Dos historias muy breves (y muy, muy negras)

Este hombre que está a mi lado es el actor y director Raoul Walsh. Un honor. Ahí van las dos historias breves:

Hace algún tiempo comenté uno de los cotilleos más famosos de la meca del cine. Cuando murió el actor John Barrymore, en Hollywood se sintieron afligidos por tremenda pérdida. Su fiel amigo Errol Flynn se fue a emborrachar, como de costumbre, en honor a su querido colega. Cuando llegó a su casa unas horas más tarde y con unas copas de más, se encontró al mismísimo Barrymore sentado en el sofá del salón de su casa.

Flynn, casi catatónico, se llevó el peor susto de su vida. Pero la verdad es casi peor que la aparición del fantasma: el director Raoul Walsh robó de la morgue el cadáver del actor y forzó la puerta de la casa de Flynn para sentar al muerto en el salón.

Esta historia la conté hace unos meses. Lo que no sabía hasta ayer son las palabras que le dijo Raoul Walsh a Bogdanovich (y por tanto, dándole el golpe de veracidad que necesitaba esta leyenda) en los años 70: "Fue una pasada. Eran tiempos locos. Lo pasábamos muy bien. Al pobre Flynn le dimos un susto de muerte".

Alfred Hitchcock:

Todos los que pasaban algún tiempo con Alfred Hitchcock no tardaban en darse cuenta del corrosivo humor negro del director. Lo más popular eran las "historias de ascensor": cuando subían personas desconocidas en un ascensor en el que estaba Hitchcock, el director comenzaba a hablar en alto con su interlocutor, como si estuviera en mitad de un discurso, y contaba cualquier burrada que alterara a todos los que estaban dentro del ascensor. Cuando se iban los desconocidos, Hitchcock cortaba la historia y seguía hablando cordialmente.

Estas "historias de ascensor" me han llamado mucho la atención y salen en múltiples biografías de actores y escritores, pero nunca imaginé como podía ser una... hasta ayer (por supuesto, el libro de Bogdanovich):

"...le iban a cortar la cabeza. Cuando el preso está subiendo las escaleras, le pide al verdugo (que era endiabladamente bueno): "Por favor, hágalo rápido para no sentir dolor ni sufrir", y el verdugo le replica: "Asienta con la cabeza". Y cuando el reo asiente, la cabeza cae al suelo. El verdugo era tan bueno que le había cortado la cabeza al pobre diablo mientras subía las escaleras, con una espada fina perfectamente afilada. El tipo que iba a morir no se había dado cuenta de que ya estaba muerto... hasta el momento de asentir".

2 comentarios:

  1. Gracias, gracias por esas gotas de sabiduría cinéfila que nos regalas.

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  2. Vaya, el tercero en discordia... yo la leyenda me la sabia con Bogart, Peter Lorre y un tercero, se supone que Walsh.

    Pero vaya vd. a saber...

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