01 abril, 2008

Las dificultades de componer una banda sonora

Absolutamente todos entramos en el trapo de forma rastrera: la banda sonora de una película es buena cuando nos gusta su música, cuando la melodía nos llama la atención: si es bonita, es válida.

Aún peor es que, igual que nosotros, los productores de Hollywood cada día le dan menos valor textual. Si se puede escuchar fácilmente, ¿a quién no le gustaría tener otro Titanic?

Pero la música puede alterar completamente las imágenes de una película a un nivel en el que el espectador ni se entera. Si nos imaginamos la típica escena de una mujer corriendo bajo la lluvia (ejemplo, por cierto, tomado del libro
"Música de Cine. Una ilusión óptica" de Conrado Xalabarder) podemos poner música con cierto tempo para que acompañe a la señora en su periplo, que sería lo más fácil; pero si mientras corre ponemos el tema de amor que la relaciona con su pareja, sabremos que corre a encontrarse con él.

Y es ahí, en la película y no en el disco, donde se juzga la banda sonora. Esto me recuerda las enésimas grabaciones de bandas sonoras completas que corren por Internet y que son profundamente aburridas. En una película, hay seis o siete cortes largos y el resto, son entradas y salidas de apenas unos segundos: tienen sentido en el relato pero no como música autónoma.

Todo este rollo que he contado es para reducir la cuestión a la mínima expresión: la música de la película, con todas las exigencias que eso conlleva, además "tiene que pegar".

En la agencia de publicidad nos volvemos locos para encontrar la melodía adecuada para un anuncio de televisión, nos damos cuenta de que a las imágenes y a la intención del anuncio le funcionan bien muy poquitas cosas. Hay música que, directamente, parece tener una desconexión total con las imágenes, aunque parezca el estilo adecuado. En el cine, el caso más bárbaro que recuerdo es el de Lady Halcón, gran música, producida por Alan Parson, y un desastre en su aplicación a la película: vamos, que no pega ni con cola.

Cuando la música funciona, nos podemos dar con un canto en los dientes. Por eso me parece extraordinario que las exigencias de un director sean tan absolutamente dispares como las siguientes y el compositor salga airoso del problema:

Un director le pide a un compositor que ponga música a una escena. Algo así como una mujer joven y guapa que quiere suicidarse por amor, pero en vez de hacerlo directamente, le pide a su novio de toda la vida, que está enamorado de otra, que la mate. Y esta escena, sigue hablando el director, la vamos a rodar en la plaza del pueblo donde viven, bajo la nieve. Además, es Navidad y quiero que sea un villancico el que marque la gran tragedia.

Y José Nieto (compositor español que, creo yo, es un genio), que está articulando toda la banda sonora de Amantes, de Vicente Aranda, sobre una melodía que se va descubriendo y desarrollando durante toda la película, hace esta obra maestra de solamente 70 segundos para el suicidio-asesinato:


6 comentarios:

  1. Lo de Lady halcón fue mi primer encuentro con una BSO que no pegaba ni con cola. Aún me sigue extrañando.

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  2. Un final inolvidable el de amantes.

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  4. completamente de acuerdo en lo de jose nieto, a ver si se le da mas cancha a ese hombre que siempre ha coseguido cosas grandes de la mano de aranda.

    y amantes es tan grande que aun no se como hay gente que sigue hablando mal de ella.

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  6. Buen post, muy instructivo, como siempre (aparte de informativo), y además muy cierto lo que cuentas de la elección de una música concreta, y totalmente de acuerdo con tus apreciaciones sobre José Nieto.
    En pocos meses me veré imbuido en esa etapa de tener que hablar, discutir, negar o aceptar que la banda sonora (modesta, pero música y sonido al fin y al cabo) de mi cortometraje, es lo que busco, deseo o necesitan las imágenes diseñadas, fotografiadas y editadas. Realmente me encantaría poder componer los sonidos de mis propios sueños o pesadillas,ya que es en el fondo de la mente donde las cosas encajan con certeza absoluta, aunque esa certeza sirva sólo al autor.
    Salud.

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