26 diciembre, 2012

Los Miserables: la película musical


Después de unos meses en los que este blog necesitaba un merecido descanso (sobre todo porque empezaba a aburrirme y entonces todo pierde su sentido) creo que se merece una vuelta a lo grande con un comentario sobre la película de Los Miserables, mezclando dos de las cosas que más me gustan en este mundo: el cine y el musical. Otro día hablaré sobre comer y sobre mujeres, que también me gustan bastante.

Como todos saben (salvo que vivan en otro planeta), la gracia de Los Miserables como película reside en que en vez de hacer una adaptación musical como siempre se ha hecho, el director Tom Hooper (El discurso del rey) ha hecho que los actores canten en directo en el rodaje, o sea, nada de playback. Y esa decisión condiciona toda la película.

¿En qué condiciona la película que los cantantes no hayan grabado previamente la voz? Para empezar, las canciones se actúan de verdad, se deja de lado la perfección de la dicción y las notas para dar paso al verdadero significado de la letra. Esto es lo más obvio, pero hay mucho más. Para que los canciones tengan sentido dramático, el director debe dejar los planos suficientemente largos para no perder la musicalidad (si ya es difícil para un actor mantener la continuidad de una secuencia, imagínense esa misma continuidad cantando).

Esos planos largos dan lugar a un estilo de musical radicalmente diferente a lo que estamos acostumbrados. Si entras y asumes ese estilo, entonces caes en el juego y te enfrentas a lo que yo creo que es la mejor adaptación cinematográfica de un musical que han visto mis ojos.

Hay cosas curiosas que contar acerca de la adaptación.

Mucho se ha hablado sobre la nueva canción Suddenly. El compositor dice que necesitaba una pieza que diera continuidad a una parte concreta que era muy  íntima para el escenario y que, por tanto, la adaptación al cine le da esta nueva oportunidad. Ya, ya…

Suddenly es un caso claro de incorporar una canción para tener la oportunidad de ganar premios a los que no se puede acceder con las otras canciones del musical porque no están compuestas expresamente para el cine. De hecho, el argumento del compositor es surrealista: no hay canción más íntima que Bring Him Home, que sobre el escenario es brutal y en la película, ciertamente, es todavía menos íntima.

Independientemente de esa gran mentira publicitaria, Suddenly es una canción preciosa que encaja perfectamente con el resto de la partitura. Por otra parte, la publicidad no nos dice nada de ciertas frases y melodías de pocos segundos que no están en el musical y que aquí son necesarias para el entramado. Por no hablar de unos pocos segundos de música que si estaban en el musical francés original y que se perdieron en el olvido cuando a mediados de los 80 se adaptó radicalmente para el escenario londinense. Y me refiero a unas notas que acompañan a Eponine en un momento dado.

Todos los actores están bien. Pero hay tres caracterizaciones que son, a mi parecer, espectaculares. 

La primera es la renombrada Anne Hathaway. Su personaje es uno de los más agradecidos del musical... pero es que ella lo borda. De hecho, su desaparición supone un pequeño problema para la película porque, como espectador, sabes que es improbable alcanzar las cotas de intensidad que han tenido sus momentos. Y su canción I dreamed a dream, junto al elemento estilístico del que hablábamos antes, o sea, no cortar las secuencias en decenas de planos, hace que su primer plano mantenido prácticamente a lo largo de toda la canción haga que, este año, la Hathaway se lleve todos los premios existentes. Y de verdad, se los merece. Yo creo que no había espectador en la sala al que no se le haya roto el corazón.

El segundo personaje es, por supuesto, el de Hugh Jackman, al que curiosamente nunca caracterizan con la barba que Valjean arrastra en todas las puestas en escena teatrales. Jackman tiene un vibrato que me molesta… no en este papel, sino que siempre me ha molestado… pero volvemos a lo de antes: su Valjean es actuado. Y hay un momento significativo, justo antes de At the end of the day, cuando rompe sus documentos de la condicional, en los que se le quiebra la voz que… bueno, yo creo que se me saltaron las lágrimas.

Y el tercero ha sido toda una sorpresa: Marius. Con una voz muy potente y una presencia brutal, consigue acaparar todas las miradas. Se come sus escenas sin problemas y actúa con una credibilidad envidiable.

El resto cumple con su cometido correctamente: Rusell Crowe está bien y hace un buen Javert, con las dimensiones que requiere (porque como bien dice Valjean, Javert no es malo, sólo hace su trabajo). Y quizá Amanda Seyfried sea el personaje que menos me convence (pero también es cierto que hay muy pocas Cosette que me convenzan. Un papel muy alto, muy operístico y engolado y con el que hay que poner la voz en un lugar muy complicado. Yo creo que Cosette es el papel menos agradecido de la obra).

La puesta en escena del director es soberbia. Los primeros cinco minutos te dejan completamente sobrecogido en la butaca… pero la creación de las barricadas, el suicidio, el A heart full of love, la embestida, los disparos a Gavroche… hay momentos en los que el director ha conseguido darle dimensión a la historia del musical y hacerla cinematográfica… Porque hay unos Miserables que funcionan muy bien sobre un escenario teatral y hay otros Miserables que funcionan muy bien como película.

Y por último, la labor de Anne Dudley. Las nuevas orquestaciones son espectaculares. Pero es que además, al estar hechas después de rodar la película (mientras se grababa la película, los actores cantaban acompañados de un piano) lo que han hecho es amoldarlas a las necesidades.

Como ejemplo, el magnífico final de Stars, que canta con cierta tosquedad Rusell Crowe pero que llegado a un punto, la orquesta se impone sobre su voz y ayuda a realizar la transición entre secuencias salvando la papeleta al actor.

La película de Los Miserables es una obra perfecta, llena de pequeños detalles que los amantes del musical adoramos: ligeros cambios en la estructura, caras que reconocemos (ese obispo, ese obispo) y canciones que desaparecen aunque quedan bien apuntadas en un par de acordes (así de repente, me viene a la cabeza el Turning, Turning o el Thenardier en las cloacas).

Cuando leí  la forma en la que se iba a rodar Los Miserables creí que era un error mayúsculo (¿quién deja de lado la perfección vocal de lado en un musical?). Pero me quito el sobrero ante Tom Hooper. Su forma de rodar es tan inusual, tan innovadora, que no dudo que le lloverán palos de críticos paletos (y hay muchos escribiendo en medios profesionales). Pero aquí hay talento en cada uno de sus fotogramas. Y cuando has visto mucho cine y te conoces este musical al dedillo es muy complicado que te sorprendan. Y yo estoy completamente noqueado por la experiencia. Mi película mental, esa que he construido a lo largo de los años cada vez que veía el musical, era muchísimo peor que esta (y eso que es mucho más fácil imaginar una película que rodarla).

Ahora para ser feliz, necesito que salga un BluRay en condiciones.

31 octubre, 2012

The Cabin in the Woods, Looper y Lucasfilms

Una preciosidad de cartel
Hemos amanecido con la noticia de que Disney ha comprado el Imperio Galáctico por más de 3.000 millones de dólares. Incalculable en pesetas. La noticia es una bomba friki que se expande a velocidad de vértigo. Posibles historias, posibles directores y posibles músicos pueblan mi cabeza desde primera hora. Pero Disney lo tiene claro: la saga continúa con un primer estreno programado en 2015.

Lucas se embolsa un buen dinero para su papada y es muy, muy probable que cualquier cosa que hagan, supere con creces el trabajo de Lucas para el Episodio I y el Episodio II. Ya es hora de buscar nuevos horizontes galácticos y dejar a los Skywalker en paz.

En otro orden de cosas, ayer, con la ayuda del viento y de la tormenta, me metí de lleno en The Cabin in the Woods, una película de terror producida por Whedon que no se ha estrenado a este lado del Atlántico y que en breve dará su salto directo a DVD (si no lo ha hecho ya). Lamento esta patética política de distribución que anima a la piratería y al saqueo.

The Cabin NO es una película grandiosa pero es muy, muy original. Junta todos los tópicos y no da miedo en absoluto, pero engancha. Y engancha muy bien. La trama está lejos de ser la que parece: unos jóvenes que se reúnen en una cabaña para ser mutilados poco a poco. Aquí hay mucho más, pero hasta aquí puedo leer.

Hay unas cuantas sorpresas, giros y tres pies al gato. Y sabiendo todo eso, aún sorprende, sobre todo por la aparición de esa gran actriz de la que no puedo hablar. Y lo aviso desde ya para los amantes de Halloween: ni da miedo ni es buenísima. Pero hay que verla. Y si te guste el cine de terror, podrás identificar muchos, muchos elementos.

En el caso de Looper, es más o menos lo que esperaba tras su magnífica acogida en Estados Unidos: una película fantástica a la que le falta muy poquito para ser una obra maestra del género. Creo que está lastrada por un pequeño problema de ritmo en el último tercio. Pero tiene los ingredientes para salir del cine dando saltos de alegría por devolvernos la ilusión en un género tan complejo como la ciencia-ficción de viajes temporales.

Los Looper son asesinos a sueldo. La única diferencia es que matan a personas del futuro. La mafia, dentro de unos años, no podrá deshacerse de los cuerpos, por lo que mandan sus víctimas al pasado y el Looper solo tiene que esperar en un momento y sitio concreto para disparar. Todo normal hasta que un Looper se da cuenta de que tiene que disparar sobre si mismo: la persona que le aparece delante es él con 30 años más.

Gordon Levitt vale la película. Su encarnación de un Bruce Willis joven es brillante: gestos, miradas y modulación de voz. Y la trama encaja perfectamente, aunque el espectador está obligado a pensar, a situar los tiempos, a diseccionar la película... ¿Hace cuánto tiempo que no hacíamos eso? Y no quiero nombrar a Emily Blunt, que siempre es... ufff.

Y si me permiten un final feliz (europeo, no chino): la última temporada de Fringe es revolucionaria, magnífica, acompasada (que no se qué significa con respecto a la imagen pero queda muy bien). Unos pocos capítulos más con este tono y se convertirá de lleno en mi serie favorita. Se dice pronto.

23 octubre, 2012

En el Festival de Gante

James Newton Howard firmando. Fotografía Julio Rodríguez- http://julio-rodriguez.blogspot.com.es
El pasado fin de semana estuve en el Festival de Cine de Gante. Dentro de ese festival, hay unos premios de música de cine y un concierto. Y este año, reunía a dos de los nombres que, para mí, son claves en la historia del cine: el gran James Newton Howard y el inconmensurable Pino Donaggio.

El primero iba a dar un concierto con piezas de El sexto sentido, Atlantis, El bosque, Señales, El planeta del Tesoro, King-Kong, El caballero oscuro y un largo etcétera. Al segundo, le daban un premio por su carrera y se tocó una pequeña (pero deliciosa) suite de su trabajo con Brian dePalma (Carrie, Vestida para matar y Doble Cuerpo) y se presentó su trabajo para la banda sonora de Passion (que se estrena en pocas semanas).

A esto le sumamos que se celebraba en una ciudad de ensueño y que me iba a encontrar con varios amigos que he conocido a lo largo de los festivales de música de cine y, voilá: el plan perfecto para un fin de semana.

Dentro de lo que es el análisis del concierto, la orquesta de Bruselas estuvo fantástica, tuvimos la suerte de ver a Howard dirigiendo Grand Canyon y además, después asistimos a un cóctel que nos permitió analizar la jugada con calma. Y entre las sorpresas, en medio de la gala le dieron el premio "Compositor del Año" a Alberto Iglesias, que estaba en la sala y lo recogió bajo varios "bravos" españoles.

Y ese es todo el análisis. Ahora vamos a frikear:

James Newton Howard tiene fama de esquivo y seco. De hecho, en su aparición en los making de las películas da un poco de miedo. Creíamos que iba a ser uno de esos compositores que ya sabemos de antemano que va a ser inaccesible. 

Pero no fue así. Newton Howard se paseaba por el hall del hotel (que fue nuestra base desde el principio) con un paraguas en forma de bastón y se paraba a hablar con cualquier persona que se le acercara. Firmó infinitos discos y se sacó fotos con todos nosotros (y yo tengo una preciosa con él). Es un compositor elegante en sus formas y preocupado por firmar con el color adecuado cada carátula (si el fondo es negro, coge un rotulador dorado). Este detalle puede parecer nimio, pero si conoces a fondo a los aficionados a las bandas sonoras... pues es un detallazo. Conozco a algún fanático que ha comprado un CD nuevo porque el propio compositor ha puesto una firma que destrozaba la carátula.

Pino Donaggio es italiano. Abierto, sonriente e incluso (esto lo he visto yo con mis propios ojos y a escasos 30 centímetros del compositor) es capaz de cantar a dúo alguna de sus clásicas canciones de los 60 con un seguidor con nombre y apellido. Y aunque lo vi bastante mayor, estuvo siempre elegante y sonriente. Y huele a perfume caro.

La noche que le dieron el premio, yo estaba en primera fila mostrando mi entusiasmo y no paró de mirarme y sonreír hasta el punto de que hizo un pequeño amago de tirarme el ramo de flores que le entregaron. Y yo estaba orgulloso de que finalmente le dieran un buen premio porque este tipo ha puesto música a gran parte de mi vida.

La primera vez que vi a Donaggio fue el día antes del concierto, volviendo de una rueda de prensa. Me levante, me acerqué a él y me atendió con mucha amabilidad. Le hablé de lo que suponía esa música para mi y creo que le gustó lo que oyó, aunque yo estaba bastante nervioso como para analizar fríamente la jugada, pero el gran Julio Rodriguez estaba ahí para hacer varias fotos del encuentro que guardaré como oro en paño.

En Bélgica me he cruzado con muchas tiendas de chocolate, con las mejores tiendas de cómics que uno se pueda imaginar, con muñecos de Tintín por todas partes e incluso, nos hemos cruzado con Luis del Olmo, pero jamás pensé que podría sacarme una foto y hablar un ratico con dos compositores que, de verdad, forman parte de lo que soy. 

Y eso es todo... bueno... no he dicho que la mujer de Newton Howard es muy hermosa y que en Gante visité un museo de torturas que estaba dentro de un castillo medieval. Pero creo que eso ya es demasiado friki...

17 octubre, 2012

La tienda de los horrores


Hay películas que cuesta ver editadas. Y La Tienda de los Horrores es una de ellas. Hace años, antes de Internet y el VHS, me conocía la historia del cine más por lo que leía que por lo que veía. Y esperaba como agua de mayo que emitieran algunas películas en televisión (porque en aquella época, el prime time era para el cine clásico). Y así me pasé años y años esperando que emitieran El crepúsculo de los dioses, que para mí, era una leyenda.

Hoy, con Internet y el negocio que hay montado, es difícil no tener la oportunidad de ver la película que deseas, aunque todavía se me ocurren algunas que necesitan una buena edición, como El fantasma del paraíso, que se puede localizar con subtítulos en francés y sin extras.

La tienda de los horrores siempre me ha fascinado. No sólo es la aparición de Alan Menken y Howard Ashman en escena, sino que la propia realización de la película es toda una historia.

Dirigida por Frank Oz (Miss Peggy en Los Teleñecos), la película sigue a pies juntillas el musical que llevaron al Off Broadway los señores Ashman y Menken. A su vez, el musical está basado en una película espantosamente mala de Roger Corman (y lo digo con conocimiento de causa: adoro muchas películas de Corman, pero esta es pura basura). Eso sí, adoro el mensaje final de la película: no demos de comer a las plantas.

Y es que el musical, que es tan negro que asusta, termina con la muerte de los dos protagonistas principales y la planta conquista el mundo. Pero eso, desafortunadamente, sólo se pudo ver en los preestrenos de la película, que fueron tan desastrosos que los productores se vieron obligados a cambiarlo y dejar vivos a los personajes principales y matar a Audrey II (mi planta favorita). En realidad, un cambio de tono que le pega muy poco a la película.

Pero ahora, en glorioso BluRay y tras localizar las imágenes desaparecidas (que tenían una versión cutre en blanco y negro en Youtube) en esplendoroso color y magnífica calidad, se ha estrenado en Alta Definición la película tal y como fue concebida, con un magnífico número musical final y un precioso reprise de la canción de Audrey.

El menú del DVD te deja escoger entre final feliz y final triste, y mientras yo disfruto con la planta sobre la Estatua de la Libertad, dejo que mis hijos vean la versión feliz. Eso sí, en las dos versiones, el dentista sigue dando pánico.

Con dos documentales y algunos extras divertidos, La Tienda de los Horrores es una compra obligada.

PD: La muerte del compositor Antonio Areta nos deja sin un tipo al que nadie conoce, aunque todos hemos cantado "Saaaaancho, Quijote.... Quijoteeeeee, Sancho", o aquella de "Vamos a la cama que hay que descansar..." o para los más nostálgicos, la melodía cinéfila por excelencia: "Moooooovierecord, purupurupururpurú"

PD2: El blog está parado pero no muerto. Sigo actualizando como puedo. De hecho, creo que el lunes voy a tener muchas cosas que contar...

18 septiembre, 2012

Clark Kent e Indiana Jones en Amity...

¿Quién es este chico?
Como viene siendo habitual, antes de meterme en materia, les cuento por encima todos los post que he pensado escribir y que finalmente no he escrito por que soy, básicamente, un vago.

Me gustaría haber escrito algo sobre Headhunters, una película del norte de Europa que se ha ganado el corazoncito de todos los que la han visto. La razón más obvia es porque es un pedazo de thriller magnífico, que te deja atado a la butaca mientras la historia se va desenroscando poco a poco y dejándote con la boca abierta. No es una obra maestra, pero es una buena película -que rara especie las buenas pelis.

Me hubiera gustado hablar sobre Rec 3 Génesis. Una película española dirigida por Paco Plaza que es buenísima. Mejor que buena. Le da tres mil vueltas a la primera de la saga y 64.538 vueltas a la segunda. Es la perfecta mezcla de comedia (porque Dios sabe que mis carcajadas eran sonoras) y de terror gore. Con giros dramáticos y cómicos que me dejaron perplejo y una realización que empieza con una primera hora que parece un vídeo de boda cutre que eleva la película a obra maestra... Podría decir que no parece española, pero es que su gracia reside en eso: en lo española que es. Si les gusta el cine de terror, no se la pierdan.

Pero hoy me siento a escribir y me apetece hablar de los extras de los BluRay y DVD que salen al mercado, porque son los que me han dado los mejores momentos en estos últimos días.

Y es que estoy volviendo a la infancia. La aparición en BluRay de la saga completa de Superman, de Indiana Jones y de Tiburón, me tiene completamente ensimismado.

He vuelto a pasar la misma tristeza por la muerte de Christopher Reeve, se me cae el alma a los pies cuando veo a Marion Ravenwood en la última de Indiana Jones y por si fuera poco, me paso el día en IMDB y Youtube complementando la información... porque uno es así de tarado mental.

Pero si hay algo que realmente he disfrutado es del apasionante documental sobre el rodaje de En busca del arca perdida que aparece en el BluRay. Es inédito y no se trata de entrevistas ni de Ford diciendo lo maravilloso que es el guión, sino de imágenes de rodaje de muy buena calidad en donde, sencillamente, se ve a Spielberg dirigiendo (algo tan simple y tan complicado de ver). Pero dirigiendo de verdad, sin disimulos. Se le ve tomando decisiones - decisiones rápidas que nos han acompañado toda la vida en forma de obra maestra.

Pero es que, además, salen muchísimas escenas inéditas. Es como si a día de hoy, alguien me completara algunas lagunas de la película. Y estoy encantado. Hay muchos momentos memorables. Me gusta mucho ese de Paul Freeman (alias Belloq, arqueólogo francés) diciendo a cámara que no sabe cómo va a salir la película y muestra sus dudas. Y encima dice que lo que le ha convencido para intervenir en El Arca es que sale un mono. Así, sin más.

Por otra parte, ya metido de lleno en Superman, hay tres documentales sobre la producción de la primera película que son espectaculares y que ya estaban en su versión en DVD. Yo decidí complementarlos con algunas entrevistas en Youtube del Sr. Reeve, que desde la tercera película, tenía bastante poder en el rodaje (en Superman III ya se le ve dirigirse a Lester y decirle claramente como tiene que ser una escena).

Pues en una de las entrevistas al gran Christopher Reeve (un poco antes del accidente con el caballo y, por tanto, en plena forma) le hacen jugar a eso de contestar con una palabra a otra palabra (vamos, el juego psicológico ese de libre asociación). En un momento dado, el entrevistador le dice "Richard Pryor" y Reeve contesta, sin pensar: "Problemas".

Vamos, que estoy sufriendo una regresión cinematográfica en toda regla.

Por otra parte, ya puestos a hablar de magníficos extras, hay uno de la Preproducción de la película 30 días de oscuridad, que dura sólo diez minutos, en el que graban las primeras reuniones en donde toman gran parte de las decisiones fundamentales para el resultado final de la película. Muy, muy interesante e ilustrativo.

Por último, más que un extra, un documental independiente en la edición en BluRay de Tiburón: el excelente The Shark is still working. Ya he hablado de él en alguna ocasión, pero lo que empezó siendo un grupo de frikis grabando acerca de su película favorita, ha terminado siendo un documento único e irrepetible a uno de los peores y más sufridos rodajes de la historia del cine. No se lo pueden perder.

PD: ¿Se acuerdan de cuando el pequeño Clark Kent levantaba el coche ante un asombrado Glenn Ford en Superman? Ese niño de mirada rara y regordete... pues ese, es el tipo de la foto del post.

06 septiembre, 2012

Dos joyas: Into the Abyss y Ser Elmo

Para muchos, Werner Herzog es considerado el mejor director de cine vivo que existe. No es mi caso, no me gusta nada su exceso, su retórica y la lentitud de sus películas, pero comprendo perfectamente que guste.

Herzog se niega a separar su carrera cinematográfica de su carrera como documentalista, incluso afirma que alguna de sus películas son auténticos documentales. Pero en mi caso, odio a Herzog de ficción y adoro al de no-ficción.

Herzog, como personalidad, es apasionante. Todo el mundo conoce sus peleas con Klaus Kinski, en las que incluso llegaron a las manos (y que quedan retratadas en un magnífico documental de Herzog llamado Mi enemigo íntimo), pero pocos saben que este señor no vio una sola película en su infancia, vivía alejado de todo y no supo lo que era un teléfono o un coche hasta bastante mayorcito.

Quizá sean todos esos descubrimientos tardíos lo que ha hecho de Herzog un observador privilegiado. Su curiosidad continua es palpable en lo directo de sus preguntas y sus comentarios a la hora de entrevistar a alguien. Y como espectador, te deja con la boca abierta en cualquier análisis de la realidad.

Además, Herzog es hombre entero y de palabra. En los años 80 perdió una apuesta en plan "si este tipo termina su película y la estrena, yo me como mi zapato". Y lo hizo (imágenes que se pueden encontrar en Youtube y que pertenecen a un breve documental llamado "Werner Herzog eats his shoe").

Y en este blog he hablado de algunos trabajos suyos, como Grizzly Man, que en su momento me dejó perplejo. Pero Into the Abyss me ha dejado anonadado. Herzog se mete en el corredor de la muerte y entrevista a un asesino que va a ser ejecutado en menos de siete días.

Y es curioso como tu visión como espectador del cándido chaval al que entrevista va cambiando según vamos analizando los hechos de la mano del director. Y Herzog, con esa claridad de la que hablábamos antes, es capaz de decirle con esa lenta cadencia al hablar: "quiero que sepas que no soy tu amigo, que rechazo todo lo que has hecho... pero no acepto la pena de muerte como castigo".

Yo creo que todo el mundo, incluido yo, habría tratado de ser muy cordial y amiguete de la persona que entrevistas para conseguir las mejores declaraciones, pero Herzog es muy fiel a su personalidad y deja las cosas claras desde el principio.

Into the Abyss es un canto a la vida desde la perspectiva más sucia de la América profunda -como uno de esos programas de laSexta en la que se cuenta una investigación real, pero bien realizado, sin efectos dramáticos y con los personajes, tanto asesinos como víctimas, mirando a cámara.

Y te deja pensando durante horas. En mi caso, me impresionó mucho cuando el padre de uno de los asesinos (padre que lleva prácticamente toda la vida en la cárcel) analiza el momento en el que todo cambió, el momento en el que la vida se le fue de las manos y dejó de controlarla. El hombre es capaz de datarlo, de ponerle fecha... es capaz de decir "si justo en ese momento en vez de hacer eso, hubiera hecho esto otro... mi vida sería muy diferente".

Desde otra perspectiva diferente, tenemos a Kevin Clash y su alter ego: el muñeco Elmo. 

Hace menos de un año presentó su documental (no realizado por él sino sobre su vida): Being Elmo: a Pupetter´s journey.

La historia es muy simple: la vida de Kevin Clash, un chaval que vive en un suburbio y que sueña con trabajar en Los Teleñecos y Barrio Sésamo (o sea, sueña con trabajar con Jim Henson). Y el documento narra esa ilusión y como, poco a poco, la va alcanzando.

Y aunque la historia es muy sencilla, la ejecución es brillante gracias a la arrolladora personalidad de Kevin Clash, un auténtico fiera que vive por y para Elmo. Lo adora, se identifica con él y a ratos, incluso se funde con él. Y le vemos grabar, trabajar fuera de  plató, dirigir, producir (y es que Clash es, tras la muerte de Henson, uno de los nombres fuertes de la compañía)... y se le salen las lágrimas cuando cuenta como conoció a Henson, como murió y como entró a formar parte de tan singular equipo.

Sus comienzos son muy, muy humildes. Un ejemplo: Kevin se hace conocido en su barrio por los muñecos que construye. Y un día, tras salir en una tele local, es invitado por el gran creador de muñecos de la factoría de Jim Henson a visitar el taller de Nueva York. Estamos hablando de una distancia de pocos kilómetros que se hace en tren. Vive durante meses con la ilusión de ir, pero es sólo cuando el colegio organiza una visita a la ciudad cuando puede ir, casi un año más tarde.

Esas visita está grabada en vídeo y sale en el documental. Las miradas de Kevin Clash a todos los rincones del estudio no tienen precio. Pocas personas pueden vivir su sueño, pero cuando lo hacen y como Kevin, lo agradece todos los días, es un verdadero placer.

en la actualidad, Kevin Clash dedica parte de su tiempo a recibir a niños que, como él hace cuarenta años, desean trabajar en esto. La conversación puede ser muy seria, hablando de sus ídolos y de cuál es el personaje favorito del visitante, pero sólo tiene que hacer la voz de Elmo un segundo para que el niño rompa a llorar de alegría. 

No se pierdan ninguna de estos dos documentales. Se quedan contigo para siempre.

Trailer de Into the Abyss:



Trailer de Being Elmo:


22 agosto, 2012

Murray Gold, oculto en Youtube

Esto de los festivales de música de cine veraniegos siempre me trae alguna sorpresa. Este año ha venido de la mano de Murray Gold, un tipo ciertamente interesante, con una filosofía de vida muy clarita y con una música absolutamente desbordante.

Además, es de esos compositores que es fácil seguir: aunque algunas veces sale de su rutina, prácticamente sólo trabaja para la serie Doctor Who y los CDs que recopilan su música por temporadas salen puntualmente, como un reloj.

En cuanto a su forma de ser, el tipo un día decidió que podía hacer su trabajo desde Nueva York (porque Doctor Who, para los que no la conozcan, es una serie muy, muy británica) y se fue a la ciudad de los rascacielos. Alguien del público le preguntó la razón: ¿trabajo? ¿familia? Y Murray esbozó una sonrisa y dijo "simplemente, me gusta la ciudad".

Sus discos me tienen hechizado y este verano lo asociaré a un no parar con su música. Y ahora que he terminado la primera temporada de la serie (de su segunda época, la que empieza en 2005) y he conseguido meterme (porque aborrecí los tres o cuatro primeros episodios, pero alguien con cierto frikismo interno me dijo "sigue, sigue. Ya verás...") y ser un adorador más de "el doctor", todavía disfruto más, si cabe, de la música de Murray Gold.

Y ayer, un vídeo de Youtube me llevó a otro, que me llevó a otro, que me llevó a otro (y así pasan las horas) y finalmente llegué a esa galería de frikis que sin tener ni puñetera idea de tocar el piano, enseñan a los espectadores como tocar la melodía de una película. Normalmente lo hacen con una sola mano y sin ritmo, ni tiempo ni talento.

Pero también es cierto que, de vez en cuando, aparece un tipo que es un virtuoso. Y oyendo a desconocidos sentados en un piano tocar piezas de Doctor Who, uno de ellos llamó mi atención porque era el mismísimo Murray Gold - aunque él no se acredita por ningún sitio.

La ventaja que tiene ser desconocido físicamente para el gran público se presta a este gran juego. El compositor toca una pieza de la serie, sin decir que él la ha compuesto y se mezcla con los demás vídeos. Los comentarios (aunque algunos ya indican que es Murray Gold en persona) no tienen desperdicio: "Ey, tío, tocas esta pieza fenomenal. Sigue así" ó "Es una gran versión de la pieza" o "Que gran sombrero llevas..."

El vídeo lo llama I am not the doctor y justamente, toca la pieza "I am the doctor". Y la descripción que pone a su video es (traducido por un servidor) "un tipo tocando una pieza al piano". Genial.


13 agosto, 2012

Seis propuestas interesantes


Y cada una de las películas que cito merecía un post independiente, pero el calor y la infinita pereza -esa que me obliga a tumbarme frente al sofá con un abanico de mandos de colores- hace que sea completamente imposible ponerme a escribir. Pero he acumulado demasiadas películas buenas como para no soltarlas.

En los cines, lo de siempre, pero con calidad. Las dos últimas visitas han sido pletóricas: la última de Batman y Prometheus.

No puedo contar nada nuevo de ellas porque los que estaban interesados ya las han visto y los que no tengan interés, no tiene sentido que les cuente nada. Pero las dos me vuelven loco. La crítica de Batman ha sido, al contrario que con la segunda de la saga, mucho más templada... pero es una película absolutamente tremenda. De hecho, se le critica mucho algunas escenas, como todo el final encadenado, que literalmente me hizo llorar en la sala. Creo que Nolan ha sabido manejar esta trilogía de forma fantástica y no veo el momento de tenerla en casa en glorioso BluRay.

Intentando no hacer un spoiler, el momento en el que Batman habla en el hospital con el Comisario Gordon y le cuenta eso de "los pequeños detalles son los que hacen a un héroe", me dieron ganas de saltar a la pantalla y darle un abrazo al héroe encapuchado.

Estas ganas de saltar a la pantalla no son tan habituales como puede parecer, de hecho, intentando recordar cuando fue la última vez que me involucré con algún personaje, me sale la batalla de San Crispín en Henry V. Sin duda, habría saltado al campo a pelear codo con codo con Kenneth Branagh para después poder cantar el Non Nobis...

Prometheus es la película que permite que todos los cinéfilos podamos discutir. Hay gente que habla de sus diálogos, otros critican su falta de rigor científico y... patatadas. Tonterías del tamaño del pito de John Holmes -¿rigor científico a una película de ciencia-ficción? ¿En una precuela de Alien, que trata de un extraterrestre con sangre ácida, doble mandíbula, viscoso y asesino?

Como dice mi amigo Bandini, "un Ridley Scott a medio gas es muchísimo mejor que la mayoría de los directores actuales". Prometheus es visualmente demoledora, pura imagen, puro cine. Si me apuran, casi una sinfonía visual de Germaine Dulac o para ser más exactos, uno de esos experimentos de Brian de Palma en el que no importa tanto lo que se cuenta sino como se cuenta. 

Las imágenes cautivadoras de Prometheus quitan el hipo y pasan de la retina a la parte del cerebro en la que se esconden esos planos de cine que nunca se olvidan.

Pero lo que estoy haciendo de verdad en este período estival es recuperar parte de ese cine al que le he tenido ganas durante todo el año. Y he tenido la suerte de ver tres películas seguidas absolutamente deliciosas. De esas que si tienes una crisis con el séptimo arte, te reconcilian de inmediato.

The perfect host:  The perfect host es terrorífica. Los que apreciamos la comedia sabemos que lo que hace David Hyde Pierce en Frasier no es fácil (el hermano de Frasier). Pero esta película se apoya completamente en su talento. El actor - que con la edad va adquiriendo un parecido a Alan Alda que asusta- no se amilana y se come un rol que sobre el papel no debía ser tan sugerente como su puesta en imágenes.

Un delincuente se cuela en la casa de un ricachuelo y se hace pasar por un amigo de una amiga. Y cuando se va a desencadenar la tragedia, la tortilla se da la vuelta y resulta que el auténtico loco es el rehén. No se la pierdan.

Melancolía: Me da mal rollo hablar de una película de Lars Von Trier por muchos motivos. Sobre todo, por lo pesado que es y súper ególatra (él cree que el mejor director de cine de la historia es él. Y no lo piensa. Lo piensa y lo dice) y sobre todo, porque empecé adorando su cine (hace años que defiendo Europa como una de las grandes obras maestras del cine) y no ha hecho más que defraudarme tildando de idiota al espectador.

Y con todo el dolor del mundo, adoro Melancolía. La empecé a ver con recelo y poco a poco me cautivó, me sedujo, me dijo muchas cositas al oído y para colmo, creo que visualmente es demoledora. Kirsten Dunst está brillante (papelón, papelón, papelón) y la música de Tristán e Isolda le van como anillo al dedo.

Se acerca el fin del mundo por colisión de planetas y hay diferentes formas de enfrentarse al final. La película se centra en dos -y de rebote, en algunas más- Conmovedora. No me reconcilio con Lars Von Trier porque sigue siendo un pesado, pero esta, debo decirlo, es la obra de un genio.

Red State: Red State debe ser una de las películas más baratas jamás filmadas. Rodada en parte con la Canon 7D (que es mi cámara de fotos, aunque yo grabo a mis hijos y no Red State). Llegó a mis ojos porque la dirige Kevin Smith (el gran Silent Bob) pero que esta vez se aleja de Clerks, Mallrats y Amys para contarnos una historia que, sin ser de terror, me toca la fibra terrorífica más sensible: las sectas religiosas.

En un pequeño pueblo, nadie se mete con los miembros de una secta religiosa tan visceral que hasta los de la ultraderecha y los neonazis le han dado la espalda. El asesinato de un homosexual y la fiesta provocadora que hacen los de la secta al lado del funeral es la gota con la que empieza la película. A partir de ahí, el vaso está desbordándose continuamente.

Da miedo como se puede ser tan malo, mientras de tu boca salen palabras como amor, Dios, fraternidad, familia... y esa sonrisa en la cara, casi de piedra, esconde a los verdaderos monstruos.

Kevin Smith es genial, ya lo saben. Tanto como guionista como creador de esos espectáculos de preguntas y respuestas que tan bien se le dan. Pero en Red State demuestra que, además de divertido, puede ser un gran director de cine.

Por último, gracias a Red State he podido ver subtitulada el Evening Harder de Smith (o sea, su segundo DVD editado de conferencias). Me faltó caerme al suelo de la risa.

31 julio, 2012

En casa de Cases



Hace un mes, en el Festival de Córdoba, surgió una de esas invitaciones a las que uno no se puede negar: los que habíamos colaborado en el disco del compositor Carles Cases estábamos invitados a un concierto en su casa.

Tanto el lugar como la fecha eran totalmente inadecuados para mí, por eso en vez de hacer unas mini vacaciones, lo que hice fue planear un viaje relámpago inhumano que me obligaba, literalmente, a pasar una noche sin dormir e incorporarme al trabajo directamente desde el aeropuerto.
Desde la ventana de su estudio

Al mismo tiempo, la distancia entre Barcelona y la casa de Carles no es moco de pavo. Tenía que alquilar un coche y estar unas cuantas horas al volante. Es importante saber que no estaba solo sino que contaba con la inestimable colaboración de Paco Dolz y la ayuda del gran Pol Turrents.

¿Valió la pena todo esto? ¡Sin duda! No sólo asistía a un concierto íntimo (éramos unas quince personas) sino que en el aspecto más friki del asunto, se celebraba en territorio personal del compositor. Además de disfrutar con su música, íbamos a conocer el lugar de trabajo del que han salido un buen puñado de obras maestras.

El concierto se celebró en el estudio de Cases. Aunque la foto está clarita, el estudio está junto a la casa y ubicado en pleno bosque, entre árboles y vacas. El compositor nos recibió con una gran sonrisa y enseguida se unió a su grupo (en total eran cuatro músicos) y desgranó uno por uno, los temas de Dancing, el nuevo disco.

Quince personas dentro de un estudio es algo muy íntimo y disfrutamos del concierto a menos de un metro del compositor. Un auténtico lujo.

Merendola tras concierto
Después del concierto, me quedé curioseando su lugar de trabajo (en un acto casi de violación del espacio personal) y le saqué una foto al escritorio de su ordenador – con todas sus bandas sonoras ordenadas alfabéticamente...

Cases tuvo la gentileza de acercarse y contarme el programa que utilizaba para componer, enseñarme la mesa donde escribe y contar un par de anécdotas (“al director de cine le gusta más mi música si se la enseño en la pantalla grande” mientras señalaba el lienzo de una pantalla del tamaño de una pared). Y además, me hice con un incunable: un auténtico disco de cine original, ya que mientras miraba sus carpetas de bandas sonoras en el ordenador, Carles me preguntó si me faltaba alguna. Como Fotos, la película de Elio Quiroga, tiene un tema absolutamente fantástico… sobre la marcha, metió un CD virgen serigrafiado con su nombre y me la grabó: un auténtico y genuino CD de cine original que, además, firmó.

Por otro lado, la persona fundamental para que se celebrara este encuentro es Montse, que se merece unos párrafos aparte.

La mujer de Carles Cases ha sido en todo momento la gran artífice del asunto. Es la persona que ha organizado el concierto para que todo pudiéramos estar allí, mandando emails, planos, mediante llamadas... Es la que le susurra a Carles el nombre que debe decir (“él es Sergio”) y lo más importante, la que nos brindó una decena de bizcochos cocinados por ella tras el concierto, dando pie a una reunión que se alargó entre risas y anécdotas.

La experiencia fue única y este pequeño vídeo hecho con un miserable móvil no da la talla del evento:

17 julio, 2012

Jim Henson / Frank Oz


Terminado FIMUCITE en Tenerife, en el que he disfrutado de dos conciertos apoteósicos (James Newton Howard y un homenaje a la Universal), vuelvo relajado y con el presente laboral discretamente arreglado. La vida sigue.

Hoy, en una de esas conversaciones con mi hija en la que parece que todo es negro, me he sorprendido a mi mismo con una respuesta. Estábamos hablando de RENT y la repentina muerte de Jonathan Larson... pero antes habíamos hablado de las peleas de los hermanos Cano y la separación del Mecano... y un poquito antes de Howard Ashman y Christopher Reeve... bueno, en realidad, era un desastre de conversación en la que todo el mundo moría o se separaba... Era evidente que se me había ido de las manos. Pues en esa vorágine me preguntó: ¿Pero quién famoso no se ha separado de su pareja de trabajo y se lo pasaba bien? Y no sé muy bien porqué, como una respuesta automática, le he dicho: Jim Henson y Frank Oz.

Estuvimos hablando un rato de ellos dos y cuando mi hija se ha ido a la cama, he seguido dándole vueltas a la cabeza. La historia de esta pareja es, sencillamente, desbordante. Jim Henson es, como todos sabemos (y en la foto queda clarito), la mente creadora de los Muppets, de Barrio Sésamo y de todo muñeco que se precie. Su talante, su capacidad para contar las historias más increíbles en dos minutos y sobre todo, la de llevar una empresa multimillonaria como si fuera un grupo de gamberros que se quedaban hasta altas horas de la madrugada grabando sketches porque, simplemente, se partían de risa, es impresionante.

Cuentan que las mejores escenas salían a las tantas de la noche, cuando cansados, alguno decía alguna línea fuera de guión y entonces, entre lágrimas de risa y un sufrimiento atroz para no estropear la grabación se mordían la lengua y se pellizcaban las piernas.

Su compañero de andadura era el hoy director de cine, Frank Oz. Hoy todos lo conocen por ser un director de cine reputado, con trabajos como La tienda de los horrores, Un par de seductores o Bowfinger... y los más frikis por encarnar al maestro Yoda en la saga galáctica.

Pero Frank Oz era la mano derecha de Henson, el compañero de fatigas, el amigo de negocios que tienes a tu lado... todo lo que tenía de serio Oz, lo tenía de hilarante Henson. Trabajaban codo con codo (y esta frase esta vez es literal). Si Henson era Gustavo (Kermit), Oz era Miss Peggy. Y si Oz era Blas (Bert), Oz era Epi (Ernie). Y así, mil series de televisión, mil programas educativos, bastantes películas y mucho, mucho dinero. 

Y aún así, siendo los grandes jefes de una compañía multimillonaria, lejos de estar sentados en un escritorio, Henson y Oz se seguían enfundando la rana y la cerdita cada tarde.

Con la muerte de Jim Henson, llorada por todo el mundo que lo conoció y por parte de la gente que no lo conoció, hizo que Oz, que ya tenía encaminada una carrera independiente, terminara por desligarse casi totalmente de la compañía. Hoy día se puede ver alguna película en la que Oz colabora en calidad de leyenda, aunque cada vez menos.

Y aún así, habiendo trabajado codo con codo durante más de 25 años, me sorprende este vídeo que he encontrado. Sencillamente, es espectacular y explica muy bien esa relación. Se trata del funeral de Jim Henson en el año 1.990, y se trata del momento en el que Frank Oz le dedica unas palabras. No se si estoy especialmente sensible, pero son ocho minutos mágicos, en donde uno no para de reír... hasta el final, en donde la emoción traiciona a su compañero de trabajo.

Sólo soy un bloguero en una esquinita del mundo, sin muchos lectores y algo apático, pero saber que con mis líneas le doy un poquito más de vida a Jim Henson, por un ratito me hace feliz.


PD: Si quereís seguir investigando, en ese funeral hasta se canta Being Green... una triste delicia.

06 julio, 2012

Mapas Sonoros en Córdoba 2012

Sin alargar la historia demasiado, la crisis unida a un cambio político en el Ayuntamiento de Úbeda ha movido el Festival de Música de Cine a Córdoba. No quiero ni pensar en lo dramático que ha tenido que ser para la organización volver a ajustar todos los parámetros de organizar un Festival moviendo fichas hasta los últimos días.

Estos movimientos se han notado a nivel usuario en detalles como cierta falta de organización, alguna conferencia desaparecida, y en que muchas veces nos enterábamos de las cosas por el boca a oído -"oye, que me han dicho que..."

Siempre he defendido la magia de Úbeda - entre otras cosas porque es tan complicado llegar a la ciudad que, de alguna forma, todos los que acudíamos estábamos completamente locos y se formaba un grupo muy unido de gente que adoraba la música de cine. Sin espontáneos.

Pero como en tantas cosas en esta vida, me equivoqué completamente, porque lo importante es la calidad de la gente y Córdoba ha demostrado ser un lugar perfecto para la música de cine, tanto por instalaciones como por la magia que desprende - y además, se puede comer a altas horas de la madrugada, a la salida de un concierto e incluso, tomarse algo en un hermoso patio cordobés.

Los invitados de este año no eran los idóneos para un servidor - lo que no quiere decir que sean malos, simplemente no son de mi estilo. Ni sigo a Richard Bellis (del que tuve que leer algo durante la conferencia porque no me sonaba de nada), ni Trevor Morris (que hace un montón de series de televisión... pero justo las que no veo: Los Pilares de la Tierra, Los Tudor...); y la verdad, siempre que pongo un ejemplo de músico que no me interesa, saco a colación a Cliff Martínez, que fue otro de los compositores invitados.

En realidad, no es culpa del Festival. La carencia de ideas musicales en estos años es francamente asombrosa. Y nos podemos dar con un canto en los dientes por haber podido disfrutar en estos pocos años de Música de Cine en Úbeda de la calidad de Patrick Doyle o Dave Grusin, que son claramente primeras figuras.

Pero en estos últimos años hemos pasado de magníficas melodías en las bandas sonoras a lo que Cliff Martínez denominó Mapas Sonoros. Música que acompaña a las imágenes con sonidos y ruidos... o sea, una evolución de la melodía pura a una especie de mapa sonoro para la película. El concepto es muy, muy interesante, pero como melómano y espectador, no me dice absolutamente nada.

Pero asistieron tres personas que, para mí, eran muy interesantes: el gran Christopher Young, que repetía con nosotros. Prototipo de compositor excéntrico con camisas imposibles y machacado por algunos excesos del pasado. Young es un genio, no sólo por su música sino por su forma de ganarse a la gente. Pero no nos engañemos, tanto "te quiero", "eres mi familia" o "esta comida la pago yo"... esconde a uno de los mejores músicos de cine de los últimos treinta años. No repaso su filmografía porque tienen Google a mano. Poder abrazar a Chris, verle pasearse por Córdoba y disfrutar más que nosotros del evento es un privilegio único.

La segunda sorpresa vino de la mano de Murray Gold, que no lo conocía porque no soy seguidor de la serie Doctor Who, pero demostró sus buenas dotes como comunicador en una conferencia francamente interesante y las cosas que he escuchado de él me tienen asombrado. Para mí, uno de esos descubrimientos que hace que viajar miles de kilómetros a un Festival de Música adquiera todo su sentido.

Y por último, algo que todos sabíamos: el gran Carles Cases. Genio y figura. No deja de ser extraño que en el concierto general no tocaran ninguna pieza suya, aunque el último día tenía un concierto exclusivo con su grupo (y la colaboración de Mark Isham en la trompeta). Para el que no lo sepa, Cases es uno de los grandes melódicos que hay en España y me da la sensación de que lleva años oculto en las sombras, sólo conocido por los fanáticos de la música de cine. 

Mi amor por Cases no es repentino. Llevo un par de décadas preguntándome cómo sería este tipo, posiblemente desde que hace tropecientos años escuchara la melodía de Fotos, que según sus palabras "era un música muy majita". Y sin llegar a ser tan excéntrico como Young, cuando hablas con Cases es fácil que pierda la mirada y esté pensando mil cosas al mismo tiempo. Supongo que perdido en ese espacio creativo reservado para unos pocos.

Conciertos hubo varios, largos, prometedores, clásicos y maravillosos. El que más me gustó fue uno de cine clásico, que estuvo francamente bien seleccionado y con piezas de Waxman, Jarre, Tiomkin (con la presencia de su viuda, conferencia a la que habría ido de haberme enterado de que estaba)... una auténtica maravilla.

Eso sí, esa misma noche había dos conciertos seguidos y el segundo terminó a las 3:30 de la madrugada. Adoro la música de cine, pero si con tantos aplausos la orquesta decide hacer un bis, yo me suicido allí mismo.

En definitiva, una experiencia que, como todos los años, es casi sobrenatural. Y no me canso de ver viejas caras conocidas. tipos tan locos como yo - en algunos casos mucho más- con los que puedes hablar de Goldsmith y Herrmann como si se tratara de cualquier grupo de moda. 

Y cuando hay tanto concierto, tantos amigos, tanta cordobesa guapa y tanta Mezquita... pues uno sólo piensa en volver. El año que viene la organización no tiene que volver a mudarse y tendrán más tiempo para anunciar el evento, poner las cosas más claritas y sobre todo, disfrutar más de estos cuatro días - que supongo que también les apetecerá. Están haciendo una labor endiabladamente complicada y deben saber que todos estamos profundamente agradecidos por esos días que nos regalan.

En el primer concierto, subí a la última fila del segundo piso para grabar Avengers de Silvestri:

27 junio, 2012

Alice Herz-Sommer -una buena historia

Este blog últimamente es más poco que friki... pero hoy les voy a regalar una buena historia. A partir de mañana, que salgo para el Festival de Música de Cine de Córdoba, tendré las pilas cargadas y mucha más tiempo libre. Espero activar esta página un poco más.

La historia de Alice Herz-Sommer está pasando, vía mail, de músico a músico. Y mi mujer me la ha enviado a mi. Condensa en 12 minutos una buena historia (en realidad, una historia magistral). Es emotiva, diferente, real... y con un toque de optimismo y buen rollo que ha hecho que la piel se me ponga de gallina.

Podría hablar durante horas sobre todo lo que me inspira esta mujer, pero ella se explica muy, muy bien. En la actualidad, Alice sigue viva y en Youtube hay varios vídeos de ella más actualizados, pero este es el origen de todo:

12 junio, 2012

La sombra de Psicosis


A principios de los 80, tras mucha pelea contractual, y mucho me temo que gracias a la muerte de Alfred Hitchcock, los estudios Universal se pusieron manos a la obra con la secuela de Psicosis. En principio, iba a ser una película para televisión pero la repentina aparición de Anthony Perkins, que tras algunos tiras y aflojas, aceptó volver a encarnar a Norman Bates, se convirtió en uno de esos proyectos en los que todo el mundo quería participar.

La crítica, en contra de lo que pueda parecer, no destrozó Psicosis II. Pero por supuesto, se comparó con la primera parte que, como todos sabemos, es una obra maestra, no sólo por lo buena que es sino por una de esas convenciones en las que todos estamos de acuerdo: es buena y punto.

Lo que más dolió a los especialistas fue que tuvieran el valor de comenzar la película con la secuencia de la ducha, como si poner esas imágenes en una peliculita menor fuera un sacrilegio de tamaño mayúsculo. Y pasa lo que pasa, que el cine es como el vino y con el tiempo se ven mejor las cosas... porque la auténtica realidad es que Psicosis II está francamente bien.

La película está dirigida con cierto encanto, aunque desde luego no es su plato más fuerte. Yo me declino por tres factores importantísimos que convierten Psicosis II es una magnífica película: la atmósfera decadente de los decorados victorianos, que quedaban maravillosamente representados en la primera película pero que aquí introducen un novedoso uso del color. El artífice es el magnífico Dean Cundey, viejo conocido por todos por ser el creador de la fotografía de muchas películas de la factoría Spielberg, desde Parque Jurásico hasta Regreso al futuro.

Esa fotografía demoledora dan, entre otras cosas, con una magnífica imagen icónica que, aunque todo el mundo la asocie a la primera película, pertenece a esta segunda parte: la figura de Norman Bates en la escalinata de la casa (esta de al lado).

En segundo lugar, la banda sonora de Jerry Goldsmith y uno de los grandes retos de la película. El genio americano, que se las sabía todas, en vez de crear una replica a la música de Herrmann, lo que hace es cambiar el estilo radicalmente, creando una melodía sublime (y enferma) para Norman Bates. Además, lejos de las potentes orquestaciones de Herrmann, es una música para pocos instrumentos y que mezcla, con especial virtuosismo, la orquesta tradicional con el sonido de los sintetizadores.

Y por último, el espléndido guión firmado por Tom Holland. 

Que Tom Holland estaba especialmente creativo en esa época es decir poco. Su forma de enfocar la historia descansando sobre los personajes es espectacular. Y de eso no sólo da muestras en esta película sino en su particular Peter Vincent de Noche de Miedo.

Puestos a hacer una secuela, la historia de Psicosis 2 es particularmente inteligente y efectista. Y eso que la competencia en aquellos años eran las películas de terror en donde la gente moría sin ton ni son en campamentos de verano o en noches Halloween. Y en efecto, eso se nota en alguna que otra muerte un tanto gore de la película.

Las continuas vueltas de tuerca de la historia sumado a una secuencia final realmente impactante (no sólo por lo que cuenta, sino por la rapidez y economía de medios con que está resuelta) deja un sabor de boca magnífico.

Y en otro ámbito, los actores. Tony Perkins realmente borda a Bates: en sus miradas, en su tono, en la forma de moverse. Es capaz de estar hablando por teléfono con su madre (y el espectador sabe que no hay nadie al otro lado de la línea) y provocar terror con un pequeño hilo de voz y los ojos perdidos.

Meg Tilly es una de esas actrices que siempre me han gustado. No sólo porque creo que su carrera es brillante, sino por pequeños detalles que siempre me han cautivado. Por ejemplo, es una tipa que deja su carrera (18 años retirada) en su mejor momento porque quiere cuidar a sus hijos y sólo ahora, que ya son mayorcitos, vuelve a actuar como si nada... esto merece toda mi atención. 

Y en esos años que ha estado desaparecida educando a sus hijos (y que para desgracia de mi mujer y de algunas amigas mías, el primero lo comparte con Colin Firth) ha escrito algunos libros y ha sacado a florecer los abusos sexuales de su padrastro (aspecto corroborado por toda su familia excepto su hermana Jennifer Tilly, que no dice absolutamente nada del tema y me gusta mucho menos).

Meg Tilly está, como siempre, brillante. Y es raro que lo esté, porque según sus palabras, el rodaje fue un infierno. En IMDB, en respuesta a esas declaraciones, cuentan que Meg, que se había educado sin televisión, no tenía ni idea de la importancia cultural de Psicosis. Esto provocó que se mostrara muy dolida cuando en el set de rodaje todo el mundo volcaba su atención sobre Anthony Perkins. Cuando Perkins oyó que Tilly estaba molesta por esto, intentó echarla del rodaje, pero ya se había grabado más de la mitad de la película.

El resultado: ni Perkins ni Tilly se hablaban fuera de cámara (y es que el ego de los actores da para eso y más).

En otro orden de cosas, Vera Miles recupera su papel, Robert Loggia hace el papel que ha hecho toda su vida y Dennis Franz muere cortado por la mitad, en una película que, de verdad, vale la pena ver con nuevos ojos y no como un sacrilegio hacía Alfred Hitchcock, al que por cierto, seguramente le habría encantado la última secuencia.

Dos vídeos: el primero es una entrevista reciente a una radiante Meg Tilly, con algunos años más pero con una simpatía especial, hablando de Reencuentro y de como su hermana le regaló por Navidad un papel para televisión. Vale la pena sólo por oír su risa de leñador y recordar películas como Agnes de Dios o Valmont. El vídeo, aquí.

Y en segundo lugar, por supuesto, el tema principal de Goldsmith.