27 junio, 2012

Alice Herz-Sommer -una buena historia

Este blog últimamente es más poco que friki... pero hoy les voy a regalar una buena historia. A partir de mañana, que salgo para el Festival de Música de Cine de Córdoba, tendré las pilas cargadas y mucha más tiempo libre. Espero activar esta página un poco más.

La historia de Alice Herz-Sommer está pasando, vía mail, de músico a músico. Y mi mujer me la ha enviado a mi. Condensa en 12 minutos una buena historia (en realidad, una historia magistral). Es emotiva, diferente, real... y con un toque de optimismo y buen rollo que ha hecho que la piel se me ponga de gallina.

Podría hablar durante horas sobre todo lo que me inspira esta mujer, pero ella se explica muy, muy bien. En la actualidad, Alice sigue viva y en Youtube hay varios vídeos de ella más actualizados, pero este es el origen de todo:

12 junio, 2012

La sombra de Psicosis


A principios de los 80, tras mucha pelea contractual, y mucho me temo que gracias a la muerte de Alfred Hitchcock, los estudios Universal se pusieron manos a la obra con la secuela de Psicosis. En principio, iba a ser una película para televisión pero la repentina aparición de Anthony Perkins, que tras algunos tiras y aflojas, aceptó volver a encarnar a Norman Bates, se convirtió en uno de esos proyectos en los que todo el mundo quería participar.

La crítica, en contra de lo que pueda parecer, no destrozó Psicosis II. Pero por supuesto, se comparó con la primera parte que, como todos sabemos, es una obra maestra, no sólo por lo buena que es sino por una de esas convenciones en las que todos estamos de acuerdo: es buena y punto.

Lo que más dolió a los especialistas fue que tuvieran el valor de comenzar la película con la secuencia de la ducha, como si poner esas imágenes en una peliculita menor fuera un sacrilegio de tamaño mayúsculo. Y pasa lo que pasa, que el cine es como el vino y con el tiempo se ven mejor las cosas... porque la auténtica realidad es que Psicosis II está francamente bien.

La película está dirigida con cierto encanto, aunque desde luego no es su plato más fuerte. Yo me declino por tres factores importantísimos que convierten Psicosis II es una magnífica película: la atmósfera decadente de los decorados victorianos, que quedaban maravillosamente representados en la primera película pero que aquí introducen un novedoso uso del color. El artífice es el magnífico Dean Cundey, viejo conocido por todos por ser el creador de la fotografía de muchas películas de la factoría Spielberg, desde Parque Jurásico hasta Regreso al futuro.

Esa fotografía demoledora dan, entre otras cosas, con una magnífica imagen icónica que, aunque todo el mundo la asocie a la primera película, pertenece a esta segunda parte: la figura de Norman Bates en la escalinata de la casa (esta de al lado).

En segundo lugar, la banda sonora de Jerry Goldsmith y uno de los grandes retos de la película. El genio americano, que se las sabía todas, en vez de crear una replica a la música de Herrmann, lo que hace es cambiar el estilo radicalmente, creando una melodía sublime (y enferma) para Norman Bates. Además, lejos de las potentes orquestaciones de Herrmann, es una música para pocos instrumentos y que mezcla, con especial virtuosismo, la orquesta tradicional con el sonido de los sintetizadores.

Y por último, el espléndido guión firmado por Tom Holland. 

Que Tom Holland estaba especialmente creativo en esa época es decir poco. Su forma de enfocar la historia descansando sobre los personajes es espectacular. Y de eso no sólo da muestras en esta película sino en su particular Peter Vincent de Noche de Miedo.

Puestos a hacer una secuela, la historia de Psicosis 2 es particularmente inteligente y efectista. Y eso que la competencia en aquellos años eran las películas de terror en donde la gente moría sin ton ni son en campamentos de verano o en noches Halloween. Y en efecto, eso se nota en alguna que otra muerte un tanto gore de la película.

Las continuas vueltas de tuerca de la historia sumado a una secuencia final realmente impactante (no sólo por lo que cuenta, sino por la rapidez y economía de medios con que está resuelta) deja un sabor de boca magnífico.

Y en otro ámbito, los actores. Tony Perkins realmente borda a Bates: en sus miradas, en su tono, en la forma de moverse. Es capaz de estar hablando por teléfono con su madre (y el espectador sabe que no hay nadie al otro lado de la línea) y provocar terror con un pequeño hilo de voz y los ojos perdidos.

Meg Tilly es una de esas actrices que siempre me han gustado. No sólo porque creo que su carrera es brillante, sino por pequeños detalles que siempre me han cautivado. Por ejemplo, es una tipa que deja su carrera (18 años retirada) en su mejor momento porque quiere cuidar a sus hijos y sólo ahora, que ya son mayorcitos, vuelve a actuar como si nada... esto merece toda mi atención. 

Y en esos años que ha estado desaparecida educando a sus hijos (y que para desgracia de mi mujer y de algunas amigas mías, el primero lo comparte con Colin Firth) ha escrito algunos libros y ha sacado a florecer los abusos sexuales de su padrastro (aspecto corroborado por toda su familia excepto su hermana Jennifer Tilly, que no dice absolutamente nada del tema y me gusta mucho menos).

Meg Tilly está, como siempre, brillante. Y es raro que lo esté, porque según sus palabras, el rodaje fue un infierno. En IMDB, en respuesta a esas declaraciones, cuentan que Meg, que se había educado sin televisión, no tenía ni idea de la importancia cultural de Psicosis. Esto provocó que se mostrara muy dolida cuando en el set de rodaje todo el mundo volcaba su atención sobre Anthony Perkins. Cuando Perkins oyó que Tilly estaba molesta por esto, intentó echarla del rodaje, pero ya se había grabado más de la mitad de la película.

El resultado: ni Perkins ni Tilly se hablaban fuera de cámara (y es que el ego de los actores da para eso y más).

En otro orden de cosas, Vera Miles recupera su papel, Robert Loggia hace el papel que ha hecho toda su vida y Dennis Franz muere cortado por la mitad, en una película que, de verdad, vale la pena ver con nuevos ojos y no como un sacrilegio hacía Alfred Hitchcock, al que por cierto, seguramente le habría encantado la última secuencia.

Dos vídeos: el primero es una entrevista reciente a una radiante Meg Tilly, con algunos años más pero con una simpatía especial, hablando de Reencuentro y de como su hermana le regaló por Navidad un papel para televisión. Vale la pena sólo por oír su risa de leñador y recordar películas como Agnes de Dios o Valmont. El vídeo, aquí.

Y en segundo lugar, por supuesto, el tema principal de Goldsmith.

05 junio, 2012

La crítica y tres libros de cine

Quiero comentar tres libros de cine que acabo de terminar. Intentaré ser claro porque empiezo a estar un poco harto de la crítica indiscriminada a absolutamente todo. 

A lo mejor soy yo, pero cada día que pasa me parece que los críticos (sobre todo los de cine) son cada vez más snobs. Por ejemplo, un crítico de cine jamás dirá "Hitchcock, director de La Ventana Indiscreta o Vértigo". Con ese afán que distingue al crítico de cine del espectador normal, escrbirá frases del tipo "Hichcock, director de Matrimonio Original"; "Spielberg, director de 1941"; "Coppola, director de Llueve sobre mi corazón" o Brian DePalma, director de Home Movies".

Esto es extrapolable a cualquier profesión cinematográfica. Una vez leí en la revista Dirigido un comentario sobre John Williams que empezaba diciendo "John Williams, compositor de Images..." (que digo yo, ¿para situar al lector era mejor Images que cualquier saga galáctica, Indiana Jones o E.T.?

Ser crítico de cine es, sin duda, el trabajo más odioso de la historia, peor que bajar a una mina tropecientas horas diarias. Debe ser así, porque salvo contadas excepciones, ninguno parece disfrutar del visionado de una película.

Por no hablar de los críticos que ven su propia película. Estos son, con diferencia, los mejores. Son esos que cuando lees su artículo piensas dos cosas: o este tipo ha visto una versión diferente a la mía o, lo más probable, yo soy rematadamente tonto y no he pillado nada.

Hay un caso notable en EE.UU. que documenta esta faceta crítica. 

Cuando se estrenó Tiburón, un famoso crítico vio claros indicios de que la bestia submarina simulaba ser el comunismo que atacaba a todo el poder político de la isla (¿se acuerdan de que la política tenía parte activa en la película? Todo aquello del alcalde de Amity que no quería cerrar las playas por la llegada del turismo...). Está claro que la vertiente política existe, pero de ahí a considerar el tiburón como una especie de Caza de Brujas... De cualquier manera, el crítico vio en Tiburón su propia película. El propio Spielberg declaró "si, bueno, puede ser... no sé, mi intención era hablar de un tiburón que aterroriza a todo el mundo".

En fin, me lanzo contra la crítica y no hablo de los tres libros que acabo de leer:

Ahora y Siempre (Diane Keaton)

No había oído hablar de este libro pero lo vi en una tienducha y lo ojeé por encima. Y en ese primer vistazo, leí algo de su relación con Al Pacino y el rodaje de El Padrino II. Lo compré.

Diane Keaton me hace gracia y me gusta verla en el cine. Y creía realmente en su naturalidad y su simpatía. Por eso no comprendo que el libro sea tan absolutamente aburrido. Quiero decir, una señora que ha tenido una larga relación con Warren Beatty, Woody Allen y Al Pacino (los tres grandes amores de su vida) y ha participado en algunas obras maestras debe -y tiene- que contarnos estos rodajes maravillosos. Y lo hace en apenas diez páginas para dedicarse el resto del libro a hablar de lo buena que era su madre y como ordenaba los cereales en la cocina.

Lo llamo libro de cine porque ella es actriz, pero no habla en absoluto de cine. Prácticamente nada. Cualquier aparición de un rodaje es pura continuidad para hablar de lo que realmente le importa: la decoración de su casa, los recuerdos de su padre... En fin, que las apariciones de su mundo cinematográfico son de este tipo: "El rodaje fue como la seda. Y Harrison Ford mi compañero de plano. Pero cuando llegué a casa me encontré...". Y ya está. Ese es todo su comentario sobre su rodaje con Harrison Ford.

Supongo que en otro ámbito y con otros intereses que no sean el cine, debe ser interesante saber como se ordenan los cereales.


La pasión de rodar (Alex de la Iglesia)

Esto es otra historia. Magnífico libro planteado como una larga entrevista. Yo ya sabía que Alex de la Iglesia es un magnífico narrador de anécdotas y que es capaz de analizar los detalles de nuestra vida cotidiana (que no es tan fácil) con la certeza absoluta de saber sorprender al oyente. Y además, se enfrenta a dos personas que saben hacer las preguntas adecuadas y que condensan en el libro mucha, mucha información y mucho, mucho humor.

Mi conclusión puede ser evidente, pero por si acaso, la plasmo por aquí: Alex es un tío que sabe lo que quiere y como los grandes maestros, todo tiene un porqué. Y aún así, le gusta fardar de que su educación (como la nuestra) se basa en un batiburrillo de información mezclada por Televisión Española, en la que para ver una serie que te gustaba, antes tenías que tragarte un programa de refranes. Y es que somos esa generación afortunada que se educó con los grandes clásicos del cine porque los ponían en prime time en la tele.

Un libro fundamental sobre nuestra infancia, nuestros recuerdos y su cine. Cada capítulo es una película y desgrana todos los detalles del rodaje, de los decorados, de la aventura americana con Perdita Durango... y es un libro tan reciente que llega hasta La Chispa de la vida.

Una profesión de putas

El mejor libro de uno de los mejores escritores de la historia: el gran David Mamet. Ya lo he leído tres o cuatro veces, pero es uno de esos libros fundamentales a la hora de entender cómo se hacen las cosas en el teatro y en el cine.

Pero lo mejor de todo, es esa forma de describir el ambiente teatral de los años 60 en Nueva York. Hasta él mismo se da cuenta, según escribe, que ese momento es muy fílmico: vive en un piso sin prácticamente muebles, no se relaciona con nadie pero gana el suficiente dinero escribiendo como para vivir tranquilo. Todas las noches se tumba sobre una alfombra en forma de oso y lee sin parar hasta altas horas de la madrugada. Por la mañana se pasea por el Nueva York de antes y se mete en diversos lugares (que describe con maestría). En el libro, además, pululan personajes muy curiosos, como el hermano del compositor Bernard Herrmann.

Mamet es capaz de hacer que una frase cotidiana suene a poesía, que tenga una musicalidad especial. Y es que Mamet, intenta ser natural contando silabas y añadiendo palabras con cualidades sonoras. Desde luego, un fuck en una película suya suena de forma sublime.

Por su relato pasan anécdotas, rodajes, ensayos... todo desde el punto de vista ameno y divertido (y particular, muy particular) de Mamet.

Ayer terminé el libro y hoy empezaré de nuevo a recorrer su carrera en el cine: desde House of Games hasta Glengarry Glenn Ross, pasando por State & Main, Las cosas cambian o Los intocables de Elliot Ness. Va a ser una buena semana.