28 febrero, 2013

Oscars 2013


Seth con Looper y Potter
La elección de Seth Macfarlane como maestro de ceremonias, en principio, era bastante misteriosa. Es un cómico que se prodiga poco en público y que algunos identificamos como alguien importante detrás de las cámaras, nunca delante. Y a pesar de las críticas que le han llovido y de su negativa a volver a presentar los Oscars “de ninguna manera”, estuvo realmente simpático. 

Sus gags eran directos, muy rápidos y en algunos casos, ciertamente duros (“Argo” se basó en una historia tan secreta que incluso su director es un desconocido para la Academia”).

Tras unos años de caída vertiginosa de audiencia, resulta que EE.UU. la gala ha sido un completo éxito y la cadena de televisión está encantada con el acontecimiento. La crítica ha sido dura con el evento (sobre todo fuera de EE.UU. En lugares como España ha sido calificada como un evento “demasiado musical” quizá acostumbrados a otro tipo de galas...). Quizá por todo esto, para mi ha sido uno de los mejores años que han presenciado mis juveniles y joviales ojos.
  
A mi parecer, hay unos cuantos momentos sublimes:

1.- Tras un montaje bastante penoso e irritante de los 50 años de James Bond (lleno de circulitos, colores y sobre todo, sin ningún sentido) apareció Shirley Bassey, con todos sus años y su movimiento de manos hipnótico cantando un Goldfinger, en riguroso directo, espectacular.

2.- Chicago, DreamGirls y Les Miserables… pues que les voy a contar, a cada cual mejor. Posiblemente, el corte que más me gustó fue el de Chicago con una Catherine Z. Jones absolutamente espectacular en el baile y en la voz. Anne Hathaway, por su parte, tenía la voz temblorosa e intentó dar unas notas a las que, ciertamente, no llegaba (chica, cada persona tiene su registro y no te debes saltar el tuyo).

3.- Adele. Es un auténtico placer verla cantar y además está insultantemente guapa para lo gordita que está. Tiene el aura de las grandes estrellas, con ese estilo demodé tan particular. Sin embargo, el ingeniero de sonido no estuvo fino con ella y se oía mucho más alta la música que la voz, dejando su actuación como algo correcto… pero bien nivelado podría haber sido lo mejor de la noche.

4.- In Memoriam y la Streisand. Lo mejor de la noche. Con Barbra en directo es probable que se te ponga la piel de gallina. Con Barbra en directo cantando The Way we were es probable que te den ganas de llorar. Con Barbra en directo recordando emocionada a Marvin Hamlisch es probable que la imagen se te clave en el cerebro y no abandone nunca.

5.- La magia está en los detalles: Las frases de Macfarlane, la rapidez de la entrega de premios, la música de Tiburón para echar a los premiados que hablan demasiado, la naturalidad de Jennifer Lawrence (“estáis de pie porque os doy pena porque me he caído”)...

¿Vale la pena sufrir toda la semana con el horario cambiado?
Por supuesto. Y más en un año como este en el que, para un servidor, ha sido la mejor gala posible.

PD: Los premios bien repartidos. Me gusta que no haya una clara ganadora porque, entre otras cosas, ha sido un año de cine fantástico. No había una película de esas que arrasan, pero a cambio, hemos tenido veinte películas que realmente valen la pena. Yo cruzaba los dedos para que el año que viene volvamos a disfrutar de un período tan intenso como este.

PD2: Unos estudiantes han presentado este montaje celebrando los 50 años de Bond. Y esto, amigos, si es un homenaje de verdad:

 

09 febrero, 2013

LEA SALONGA... ESPECTACULAR

Por culpa del inigualable Sergio Almau, he visto este vídeo tropecientas veces en las últimas veinticuatro horas. Se trata de una actuación promocional de Lea Salonga en televisión con la canción "Empty chairs at empty tables" de Les Miserables. Debe ser la edad, la profesión, la constancia o lo que quiera que sea... aunque siempre ha sido maravillosa, ahora está mejor que nunca. Una actuación de piel de gallina:

06 febrero, 2013

Hitchcock, la película y algunas cosas más...

¡Hitch, Hich, Hich!
El período que va desde Navidad hasta los Oscars es auténticamente delicioso. Los cines se llenan de películas que vale la pena ver y durante dos meses la sequía de ideas de Hollywood es cosa del pasado. Prácticamente todo lo que he visto me ha dejado buen sabor de boca. 

Lincoln de Steven Spielberg es gloriosa (y para los más críticos con Spielberg, no tiene toques espilberianos), ligeramente compleja para un tipo que, como yo, no controla bien la historia americana, pero que en su línea central te deja las cosas claritas y diáfanas. Muy emocionante. Y no quiero contar demasiado, pero la escena del teatro del final es sencillamente una obra maestra. Contar sin mostrar como sólo Spielberg sabe hacer.

Zero Dark Thirty me daba una pereza tremenda. Reúne todos los requisitos para que yo no vaya al cine: el género no me atrae nada y la Bigelow me pareció pesada y aburrida en su anterior película En tierra hostil. Pero Dios mío, Zero Dark Thirty funciona como un puñetero reloj. Es perfecta manejando al espectador a su antojo. Todo el protagonismo recae sobre una actriz absolutamente memorable (y por supuesto, con un personaje bestial). Descubrimos todo a través de sus ojos y aún así, nos sorprende su forma de actuar. Desde hoy, Jessica Chastain al altar de las actrices como la copa de un pino.
 
Jessica Chastain
A Jessica Chastain la recordaba por otro papel en lo que creo que es una de las mejores películas del año pasado: Take Shelter. Su carácter de película fantástica y medio indie no hace que se encuentre en los Oscars, pero como todos sabemos, la entrega de premios es un hecho maravilloso para la industria, un espectáculo que todo cinéfilo debe ver... pero no tiene nada que ver con la calidad de las películas.

Y Silver Linings Playbook es, directamente, una obra maestra. Divertida, con unos personajes muy, muy bien dibujados (y son varios, no uno ni dos ni tres) que interactúan con una gracia y una claridad diáfana. Muchas risas, muchos momentos emotivos y un final más emocionante que el de Oficial y Caballero, que será todo lo cursi que quieran, pero cuando el Gere coge en brazos a la Winger es para ponerse a llorar.

David O. Rusell, con fama de muy mal carácter, es hoy por hoy uno de esos directores que hay que ir a ver al cine. Siempre. Y aunque aquí Silver Linings se llame El lado bueno de las cosas (?) es una de esas películas que recomiendo fervientemente.

Y finalmente vi Hitchcock, la película. Los que leen estas líneas de vez en cuando saben de mi admiración por el genio. No sólo sus películas sino que mi biblioteca está plagada de estudios, biografías y fotos del maestro. Lo conozco bien.

Y aunque el guión tiene detalles interesantes y los actores están sublimes, la película es flojita, flojita. Es, por decirlo finamente, bastante mentirosa. Quiero decir, si juegas a contar realidades (que además, son interesantes) no puedes ir colándonos mentira tras mentira en honor a la intensidad dramática.

Pero su gran error, en realidad, es que parezca una película de televisión. Y ni la actuación de Anthony Hopkins ni la de Helen Mirren se lo merecen.

La película empieza con Hitchcock presenciando un asesinato a manos de Ed Gein y hablando a cámara, como si se tratara de un episodio de televisión. Puede ser gracioso, pero le da una dimensión a Ed Gein en la historia de Psicosis que no es cierta.

Contado por el propio director, Hitchcock cogió dos o tres ingredientes de esa historia y los convirtió en Psicosis... pero justamente lo que más le interesaba (ya saben, matar a la protagonista a los 20 minutos de metraje y el giro final) no tienen nada que ver con la historia real. Que la película lo muestre en tres o cuatro ocasiones dentro de la vida de Ed Gein como si el director estuviera obsesionado con esa historia es un error mayúsculo. Una mentira.

Por no hablar de la execrable escena de Hitchcock viendo las fotos de sus actrices en su despacho. Absolutamente deplorable lo fácil que es herir al personaje.

Pero el peor error, el más garrafal, se encuentra en su mujer, Alma Reville. Ya he hablado muchas veces de ella como genio en la sombra. Alma es la persona que filtra todos los guiones, los corrige, los escribe y les da el toque final para su marido. Sin Alma, no hay Hitchcock.

El director confiaba plenamente en ella (de hecho, muchas veces se le ha acusado de tener más una relación de trabajo que marital). Y además, es importante saber que Alma fue jefe de Hitchcock durante un largo período en Inglaterra. Ella es la que sabía de cine, la que había pasado por todos los departamentos y la que cogió al joven director para instruirlo.

Pero al mismo tiempo, en la etapa americana, Alma era un héroe en la sombra. Y era pequeña y fea (y no lo digo peyorativamente, porque no hay persona que me hubiera gustado conocer más que a ella, pero su físico condicionaba su inseguridad personal), no solía salir de casa y trabajaba todo el día en su máquina de escribir corrigiendo a destajo... Helen Mirren adquiere un protagonismo completamente inusual y además es guapa, alta y segura de si misma, cambiando radicalmente la historia y la relación entre ellos.

Danny Huston
Sin embargo, las reuniones de Alma con otro guionista de Hollywood son de lo mejor de la película -sobre todo por Danny Huston, uno de esos actores que está infinitamente infravalorado y que simplemente por tener su careto en una película, esta gana bastantes enteros.

Hay pequeños detalles maravillosos: Bernard Herrmann, Scarlett Johansson como Janet Leight, el tema de la comida y la dieta del director... y hay detalles terribles como que Anthony Perkins se comporte como Norman Bates, la importancia de Ed Gein en el relato y algunas escenas de Hitchcock tan caricaturizadas que dan un poco de vergüenza ajena.

¿Vale la pena verla? Claro que sí. Habla de una época brillante, cuando el sol se estaba poniendo sobre el sistema de estudios y todo empieza a cambiar. Habla de Psicosis y del maestro en un momento creativo muy especial. Sólo por esos pequeños detalles, vale la pena verla. ¡Ah! Y por la banda sonora de Danny Elfman.

El Sr. Elfman merece capítulo aparte porque últimamente se ha situado en proyectos pequeños que no tienen nada que ver con su grandilocuencia de los 90. Hoy día, Danny Elfman es más calmado y menos divertido que antes (creo que desde que se casó con Bridget Fonda) y algunas de sus bandas sonoras pasan casi desapercibidas.

Pero la auténtica realidad es que este año ha firmado tres obras maestras: Hitchcock, Silver Linings Playbook y Frankenweenie. Lo de siempre, no está nominado pero su trabajo es de lo mejorcito del año. Y como curiosidad, Elfman ya puso música al remake plano por plano de Psicosis que hizo Gus Van Sant hace ya unos añitos.